66 Muestra Internacional de Cine


La página se actualizará conforme avance con las películas de la muestra. 

Tras un breve descanso de la escritura, he vuelto a las andadas para hacer notas acerca de la 66 muestra internacional de cine. Los párrafos siguientes contienen pensamientos acerca de las películas exhibidas en esta muestra. Puedes encontrar más información sobre ella acá.

La camarista (2018, dir. Lila Avilés): Eve es una camarista de un hotel de lujo en la Ciudad de México. La cámara retrata su rutina de una forma fija, sin movimiento, entre puertas y habitaciones. Eve está encuadrada en una esquina o atrapada entre los objetos que la rodean. Ella aspira a trabajar en el piso 42, el piso más alto del hotel, en dónde espera mejores beneficios. La camarista es el tipo de película que es guiada por las emociones de su personaje. Es un retrato de las injusticias dentro de las corporaciones de una forma minimalista.

Jamás llegarán a viejos (2018, dir. Peter Jackson): Esta película muestra metraje de la Gran Guerra a color. Este efecto tiene su peculiaridad: nos hace íntimo a sus fantasmas. El documental se aleja de la mirada típica hollywoodense a las películas de guerra, y en cambio, muestra una perspectiva humana. Es la historia que no fue escuchada y que nadie entendió cuando los soldados volvieron a la guerra. Y que ahora puede ser atendida por otra generación. No lograron llegar a viejos, pero sí a ser escuchados. 

La casa junto al mar (2017, dir. Robert Guédiguian): Tres hermanos se reúnen en su hogar natal para cuidar de su padre enfermo. Los personajes viven ahogados en su pasado, en el constante anhelo de regresar a un mejor ayer para escapar de un terrible hoy. Sin embargo, los colores son vivos, y el mar siempre deslumbrante. La narrativa se mueve a través de las miradas que comparten los personajes entre ellos. Es una tierna historia que entreteje lo que fue pero ya no será con el vínculo que jamás los separará. 

María por Callas (2018, dir. Tom Volf): El cuadro de Las dos Fridas de Frida Khalo tiene una similitud con este documental. En esta pintura, Khalo refleja dos imágenes de ella misma. Una dualidad conflictiva pero unida por la misma arteria. En cierta forma, en María por Callas, se retrata la vida de la cantante desde quien se apropiaba del escenario, y desde su persona íntima. Las dos conviven en un mismo cuerpo, pero no opuestas, comparten un alma. Una que tan sólo se deja asomar en el documental. Esto no de una forma despectiva, sino positiva. El metraje muestra la dualidad unificada de María Callas en el escenario. No se conoce a quien no se toca, y aun así, parece que se vislumbra una parte viva de María Calla en su canto.


Ven y mira (1985, Elem Klímov): Jamás había visto algo como esto. En estas líneas lo único que puedo hacer es recomendar que vea la película en su cine más cercano en cuanto pueda. Es un retrato anti-bélico de la guerra que se construye a partir de la mirada de un joven que quiere enlistarse. Un joven menor a quince años que a pesar de ayudar a los soldados en su base, no le permiten ir a la guerra, pero ella lo encuentra. Terminaré con la siguiente comparación visual de la película. Al principio, este joven se toma una fotografía con los soldados rusos, una comunidad que ríe y se divierte. Al final, este joven se toma una foto con nazis que apuntan un arma a su cabeza, por diversión. 

Un día más con vida (2018, dir. Raúl de la Fuente y Damian Nenow): Esta película mezcla animación con metraje documental y narra la historia de un periodista polaco que recorre Angola en busca de una historia que reportar. La película salta entre la ficción a los personajes representados en la ficción. Esto da un efecto muy interesante a la película: la realidad no está lejos de este cuento en dibujos. Es un retrato de los rostros de la guerra, de la importancia de verlos a los ojos, de recordarlos y de darles una voz. Hacia el final, la narrativa le cuestiona al periodista su intervención en los eventos, ¿qué tanto estar ahí cambia los rumbos de la historia?

En Guerra: (2018, dir. Stéphane Brizé): Esta película sigue la revuelta de un grupo de trabajadores después de que la fabrica en la que trabajan es cerrada injustificadamente. La narrativa del filme se mueve por una serie de discusiones, entre los trabajadores, entre ellos y los ejecutivos. La cámara es una espía en las habitaciones, siempre detrás de un personaje u objeto, que pasa desapercibida para los personajes. Sin embargo, esta forma termina mostrando a personas que hablan y hablan y hablan y hablan y hablan. Aun así, la película contiene una rabia enorme que traspasa de la pantalla al espectador ante la injusticia que cometen los altos ejecutivos de las empresas. Para los ejecutivos, la revuelta de los obreros es abogar por un mundo imposible, pero son los ejecutivos quienes viven en su burbuja, bajita la mano. 

Plaza París (2017, dir. Lúcia Murat): La historia sigue la relación entre Gloria, residente de una favela, y su psicóloga, Camila. Los dos personajes provienen de esferas diferentes en la sociedad brasileña, una de un lugar violento, y otra llena de privilegios. La película no las reconcilia, sino que enfrenta la realidad de Camila con la de Gloria. Camila comienza a perder la empatía al mundo de Gloria, y con ello, nace el miedo, el odio y el racismo. La película se vuelve un thriller en la cual el miedo injustificado y grotesco de Camila ante el mundo de Gloria sólo provoca más violencia. Plaza París no explora en la relación de sus personajes más allá de la brecha que las separa. El thriller psicológico por el que pasa Camila está dentro de su cabeza pero desde fuera, en ojos de la cámara, es muy liviano y sin fuerza. 


Leto (2018, Kirill Serebrennikov): Un mundo blanco y negro en la que la música, en específico el rock, da contraste, imaginación, color y armonía. La vida de estos jóvenes rusos esta oprimida ante las autoridades que ejercen control sobre ellos por cada respiración. Situada en los años 80, sigue a dos jóvenes que por medio de la música encuentran una identidad, un sendero, amor, desamor y diversión. La película juega con efectos propios del video musical, dibuja sobre la imagen, los extras cantan, se rompe la lógica de la realidad, porque de otra forma, ¿cómo podría darle color a un mundo gris? ¿Y cómo podrían estos personajes encontrar la armonía adecuada de su vida? 

Ocho de cada diez (2018, Sergio Umansky Brener): Aurelio quiere vengar la muerte de su hijo en un país en dónde las historias de justicia y detectives no existen. Aurelio toma la acción por sus propias manos. Con la ayuda de un policía, cansado de la corrupción, encontrará a los asesinos de su hijo. La película atesora una historia que nunca logra ver la luz. Hay más atención en la relación entre Aurelio y Citlali, -un personaje extrañamente personificado. A pesar de tener una premisa interesante, y algunos cuadros que asemejan a otras películas, a pesar de que me gusta el misterio, y que la película plantea bien su lugar en México, me ha sido imposible conectar con la película. 

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