Viudas: la ausencia del machismo.



Para preparar cualquier platillo necesitas los ingredientes correctos, pero no es suficiente porque el sabor surge de una mano que pueda combinarlos adecuadamente. Viudas (2018), de Steve McQueen, tiene ambas: una propuesta distinta al género de atracos que posiciona a la mujer en la nota más alta. Los ingredientes correctos: intriga política, misterio, giros de trama, un robo complicado, pero el más especial de todos: la escala íntima. La mezcla anterior de la mano del director: una crítica social sin claroscuros junto a un discurso feminista que se inyecta en signos poderosos. 

Las cintas como Ocean’s 8 (2018) o las cazafantasmas (2016) tienen en común que provienen de franquicias previamente establecidas pero con una vital diferencia. Los protagonistas no son masculinos sino femeninos. La controversia no ha estado ajena a las cintas. Se cuestiona el cambio radical que nada agrega a las historias. Pero este hecho esconde un miedo de la frágil masculinidad, y ciega el hecho de que son creadas para darle una representación digna a la mujer en un medio masivo. Hago mención a estas películas que han representado a la figura femenina pero no han dialogado con ella. 

Es el caso particular de Viudas, pero también de Roma (2018) de Alfonso Cuarón. Estas cintas parten del abandono del hombre como el inicio de la historia de sus protagonistas. En Roma, la pareja de Cleo (Yalitza Aparicio) la deja cuando éste se entera que ella está con encargo. Cleo lidia con su embarazo por su propia cuenta, es trabajadora del hogar, de una zona marginada del país, lo que añade más pruebas a su historia. Por otro lado, recibe un cálido pero lejano apoyo de Sofía (Marina de Tavira), la señora para la que trabaja, quien también ha sido abandona por su esposo. Las dos enfrentan una misma tarea: liberarse del hombre. La única diferencia: la clase social. En Viudas, la idea permanece: la liberación de la mujer existirá solamente con la ausencia del machismo. Tal como el título lo indica, sus protagonistas son mujeres que acaban de perder a sus esposos. 

Los perdieron en un atraco: eran liderados por el esposo de Verónica Rawlins (Viola Davis). ¿Qué robaron? Dos millones de dólares. ¿A quien robaron? Al candidato afroamericano por el distrito 18 de Chicago, Jamal Manning (Brian Tyree Henry). Manning amenaza a Verónica: ella tiene que devolverle el dinero en un mes, o su vida estará en peligro. Ella encuentra un cuaderno que pertenecía a su difunta esposo: en el se encuentran los detalles de su próximo asalto: cinco millones de dólares. Verónica se reúne con las otras viudas, Alicia (Elizabeth Debicki) y Linda (Michelle Rodriguez), a quienes se les une después Belle (Cynthia Erivo), para llevar el atraco a cabo y obtener el dinero. 

Belle trabaja mucho que su familia tenga sustento. Acepta cualquier trabajo que pueda proveer algo, aún si es ofrecido al llegar a casa tras una larga jornada. Linda es dueña de una tienda para quinceañeras. Carlos (Manuel Garcia-Rulfo), su esposo, al morir le deja una gran deuda: ella pierde la tienda. Es madre de dos niños, y el hecho de no tener ingresos puede hacer que los pierda. 

Alicia es una mujer sumisa, oprimida por el machismo, piensa que su lugar es al lado de un hombre que provea para ella. Florek (Jon Bernthal), su esposo, la golpeaba. Su madre, la adiestra, si ella la golpea, Alicia tiene que responder arrepentida, sin decir peros, su lugar es con el hombre para cuidarla. Tras la muerte de su esposo, busca la forma de sobrevivir a través de una app de citas para hombres. Ella es un personaje que ostensiblemente se emancipa de dichas creencias. Verónica le encarga conseguir la van de escape y comprar las armas para el atraco. McQueen es muy sutil para sugerir lo anterior. Ella es ayudada por un hombre para elegir el modelo de la van, pero en la siguiente escena, pide ayuda a una mujer. Cuando practica los tiros: ella ha dado todos en el clavo. En la app conoce a un arquitecto, con el cual inicia pronto una relación que la estanca en una situación que ya conoce: pero esta vez es diferente, ella no seguirá con sus anticuadas practicas. Ya no permitirá que nadie le ponga un dedo encima y ejercerá su derecho de libertad como nunca antes. 

Verónica Rawlins es la verdadera heroína del año. Viudas inunda el patio de juego con personajes que sólo buscan su propia supervivencia. Pero lo que hace a Verónica una heroína es la distancia que tiene con esos personajes. Ella y su esposo se aman fervientemente. Tiene una devoción completa a él. A pesar de ser una mujer de alta sociedad lo ha perdido todo con la muerte de su esposo. Ahora tiene que lidiar con las consecuencias de su muerte: hay que pagarle a Manning lo que le fue robado. Viola Davis interpreta a un personaje que es tenso y cerrado para quienes la rodean, pero para el espectador, quien tiene el acceso a su intimidad, ella es una mujer acumulada de perdidas.  Alrededor de la cinta, lleva a su mascota hacia todas partes. Es lo único que tiene, al único que ser que quiere y que la quiere. Y lo carga a todos lados para proteger lo único que tiene.  Hacia la mitad de la película, la narrativa se concentra más en su personaje: acierto por el hecho de construir el riesgo del atraco. Lo han hecho porque no tenían nada más que hacer, ¿qué más se podía hacer? Ella se enfrenta ante la situación más significativa de la película: es quien asesina a la figura del macho, literalmente, para liberarse del dolor, y al obtener una perdida, descubrir una ganancia. 

Los personajes anteriormente descritos están rodeados de pérdida. La muerte del esposo para cada una de ellas las ha dejado con pérdida, no solo emocional, sino económica, y aún más preocupante: sin una manera de avanzar en esta fatídica vida. Lo que diferencia a Viudas de cualquier otra película de atracos es la atención que tiene a sus personajes. En lugar de construir cada detalle del atraco, lo que se construye es cada aspecto del personaje. La tensión del atraco está presente porque los personajes tienen cosas que perder: lo que pasa por nuestras cabezas es lo que ellas piensan. El riesgo es alto, aunque la situación en sí no lo parezca. Este aspecto de construcción del personaje es lo que hace que Viudas involucre a la audiencia en su historia. Los riegos están presentes. 

La imagen de una mano que suavemente se desliza sobre una almohada blanca adquiere un sentido trágico cuando es precedida por la imagen de una van incendiada. Esta es una genialidad de McQueen: en tan poco tiempo, con tan pocos recursos puede decir mucho y establecer no solo la estructura sino el discurso de la película. Un ejemplo interesante es la secuencia inicial. En ella se intercala la presentación de los personajes con el atraco. La secuencia inicia con Verónica y su esposo besándose apasionadamente en su cuarto: está claro que se aman. Cruzamos hacia el escape del lugar: la cámara se sitúa desde la perspectiva de la camioneta ocultando las identidades de los ladrones. Se intercalan las presentaciones de Linda y Alicia con sus esposos, respectivamente. Y se acentúa la relación entre Verónica y su esposo. La cuarta viuda, que no participa mucho después, tan sólo aparece breves segundos. En la película, los diálogos son filos agudos para expresar la psicología del personaje, dice A pero significa B. Los dos eventos se contrastan para dar una conexión entre las viudas: de ellas será la película, de su sobrevivencia y de su liberación. 

Viudas es una película que presenta una sociedad sin claroscuros: aquí el mal y el bien están difuminados. Esto es acentuado por las campañas entre Jamal Manning y Jack Mulligan (Colin Farell), el sexto de la linea sucesora de una familia que ha regido en el distrito 18 por muchos años. Ninguno de los dos candidatos es un dulce turrón de azúcar: ambos tienen convicciones de supervivencia que sobrepasan el hecho de hacer algo por su gente. Harán lo que sea para ganar. Tal y como cualquier otro personaje de la película. Hay un reverendo que habla de amor al prójimo. Pero a solas, se vende ante los políticos, en relación a quien le da más papeles verdes. El padre de Mulligan es un hombre que explícitamente le dice que este juego es sobrevivir o ser asesinado. Mulligan Jr., le dice que lo desprecia, que añora un día en el que no lidie con personas como su padre. Lo curioso es que él cae en juegos similares, y lo que es aún más interesante: muestra un lado no visto del político. Un lado cobarde, que quiere darse por vencido, que no prefiere darse derrotado antes de tomar acción. Por otro lado, Manning es la oposición, pero es tal y como un Mulligan. De hecho, anhela su estilo de vida, y parece que desea ganar la elección para obtener eso. No le importa otra cosa más que el dinero, y entre su discurso de honestidad y salvación, se oculta la cara de su hermano Jatemme (Daniel Kaluuya), su matón personal. Incluso nuestras protagonistas, lo único que buscan es sobrevivir. ¿Y qué medios más que cruzar la linea entre dos polos antagónicos? Viudas no pone ningún valor moral en sus personajes, son todos iguales por sus acciones, piensan para sí y piensan en sobrevivir. A excepción de Verónica. 

Museo (2018) de Alonso Ruizpalacios, es una cinta mexicana de atracos, el cual sucede en el primer acto de la película. Esta explora las consecuencias del atraco como una cuestión absurda y reflexiva ante un problema cultural. Lo interesante es que las motivaciones del personaje las oculta para mantener una intriga en la historia. Viudas hace uso de una técnica similar, pero lo hace más sutil: las protagonistas quieren ganar algo tras tanta pérdida. Sin embargo, quien queda extensa de sus motivaciones es Verónica. ¿Porqué ha sacado todo esto adelante? Ella es la única que no ha pensado para sí misma. Y eso es lo que la hace una heroína, por hacer algo sin obtener nada a cambio. Quizás, sí obtiene algo, pero no es material, y dudo de esto, porque la película cierra con la posibilidad de que Verónica haya obtenido una nueva amiga. 

Viudas posiciona a la figura femenina en lo más alto, con la única forma de la que puede liberarse: la muerte del machismo. 

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