Avengers Endgame


La primer película que establece las bases del universo cinematográfico de Marvel es, sin lugar a dudas, Los Vengadores (2012). En esa película se reúnen seis personajes -algunos con entradas previas en la franquicia- para detener a un enemigo en común y salvar la tierra. La película ofrecía como platillo principal la interacción de personajes nunca antes vistos en una misma escena. One-liners, gags y acción medianamente realizada. Hacia el final de la película, los personajes logran dejar sus diferencias atrás y se convierten en un equipo. Y antes de los créditos finales: un villano de color morado nos muestra su mejor perfil y sonríe. 

Siete años después asistimos al enfrentamiento con ese villano morado en Avengers Endgame. El chasquido de Thanos -con el poder de las seis gemas del infinito- ha desaparecido a la mitad de la población. Los primeros minutos establecen que los héroes no tienen esperanza para salvar el mundo, el daño está hecho. Hasta que un día una rata -la versión live-action de Mickey Mouse- extrae a Scott Lang del mundo cuántico. Él acude con los héroes restantes para plantearles una idea nada original: viajar en el tiempo. Los héroes tienen una esperanza de enmendar las cosas. Y nuestra historia inicia. 

El viaje en el tiempo es un recurso narrativo para resolver un conflicto que de otra manera no tendría solución. La película incluso comenta de otras cintas en las que se viaja en el tiempo. Y pone sus reglas: no pienses en nada de esto, disfruta. Los escritores colocaron lineamientos en cuanto a la lógica de un relato para lograr un sólo objetivo. La satisfacción de los fanáticos. Un fanático recibe una recompensa por invertir más de diez años en la franquicia -algunos desde muy jóvenes-. 

Ha sido una expansión de la primer película de Los Vengadores. Ya no se defiende el destino de Nueva York, se defiende el Universo. Ya no son seis personajes en pantalla, son más de cien personajes que regresan para una batalla final. [Me ha gustado que el regreso de estos personajes -muy cantado desde la anterior-, este colocado como momento climático de la batalla]. Ese producto que hace siete años era un gigantesco proyecto ha crecido en escalas monumentales. De la primer entrega ha rescatado el espectáculo. La primera parte de esta película plantea que la batalla final será una recompensa: no sucederá de manera insípida. Así, la cinta se convierte en un búsqueda por lo épico, por esa batalla final que recompense. La historia no gira más que hacia ese punto. 

Es la película número 22 del universo cinematográfico de Marvel. Cada película precedente ha sido una piedra para la construcción de esta cinta. Las anteriores sufren lo que está, en parte, es su virtud. Ofrecer una sensación de cierre. Las precedentes han sido promesas, y por ello, no pueden más que dar una ilusión de progreso y no caer en grandes consecuencias. Han dejado lo mejor para el final. Las semillas que Marvel no sembró al principio de su franquicia no germinarán aquí. Ha sembrado espectáculo y es lo mejor que puede entregar, porque no puede entregar nada más que eso. Y por fin, ese espectáculo, ha terminado. 

En honor a estas películas incluyo una escena post-créditos (o posdata para los no millenials): 
Mickey Mouse abrió la puerta de su mansión y un montón de billetes verdes lo envolvió de pronto. Ya lo tenía decidido: haría otras diez películas más de éstas. 

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