El sueño del Mara'akame


El sueño del Mara'akame, ópera prima de Federico Cecchetti, es una película de convenciones cuyos aciertos no se limitan a representar la cultura huichol en el cine. La película se sitúa en tierras wixárikas y los diálogos, en su mayor parte, son hablados en huichol. Niereme, el hijo del mara'akame del pueblo, sueña con pertenecer a una banda de música y tocar en la Ciudad de México. Su padre, por otro lado, no piensa que el destino de su hijo sea otro que volverse el siguiente mara'akame. 

La película comienza durante un viaje que los huicholes realizan al territorio sagrado Wirikuta para encontrarse con sus deidades. Cuando tiene la oportunidad, Niereme toma sus audífonos amarillos y escucha música desde su celular. En el camión de regreso a casa, los huicholes observan el paisaje preocupados de la invasión gubernamental en sus tierras. Niereme, por otro lado, disfruta de las armonías que provienen del celular sin prestar atención al paisaje. Él siempre acompaña a su padre, quien realiza actos de purificación del espíritu para la gente del pueblo. Y cuando puede, escapa de sus obligaciones, como tallar la figura de un lobo en una pieza de madera, para asistir al ensayo de la banda musical dónde es vocalista. 

Niereme tiene una conflictiva naturaleza, ¿seguir los pasos de su padre o los sueños del músico? Él desea salir de su hogar algún día y acompañar a sus compañeros músicos de gira pero también reconoce la importancia del mara'akame en su pueblo. Los integrantes del grupo musical le ofrecen una oportunidad de acompañarlos a un concierto en la Ciudad de México pero Niereme los rechaza. Él acompaña a su padre para realizar un ritual de iniciación como mara'akame en dónde tiene que degollar una cabra en sacrificio. Al caer la noche, Niereme le pide a las deidades lobo que lo guíen a la Ciudad de México, para asistir al concierto de sus sueños. 

Durante la película se le presentan oportunidades a Niereme en dónde tiene que escoger el lugar al que quiere pertenecer. Las tierras wixárikas de valles anchos, de profundos verdes y chillantes amarillos contrastan con una ciudad metálica y grisosa. Niereme y su padre viajan para realizar una ceremonia de hikuri (peyote). En la ceremonia, algo sale mal con una integrante del círculo al consumir el peyote, y el padre de Niereme confía en él para salvarla. Sin embargo, Niereme no puede cumplir su tarea como mara'akame, al menos no aún, hasta que pueda escuchar y ser guiado por su corazón. 

Mientras caminan por la ciudad, Niereme se encuentra con un póster pegado en los vidrios de un edificio que anuncia el concierto en el que tocará su grupo musical. La imagen muestra el reflejo de Niereme en el vidrio del edificio, en el fondo la figura de su padre que lo espera para cruzar la calle, y alrededor los pósters que enmarcan el deseo del personaje. Durante una consulta de su padre en la ciudad, Niereme se encuentra con un niño que ya ha visto antes en sus sueños. El niño es hijo de una prostituta, interpretada por Mariana Treviño, y tiene una condición muy obscura de acuerdo al diagnóstico del padre de Niereme. El último pendiente del día es vender algunas artesanías en la calle. El padre de Niereme es llamado para unas consultas a último minuto. Niereme tiene la oportunidad perfecta para asistir al concierto. 

En el trayecto, le roban las artesanías, pero lo encuentra Mariana Treviño, quien lo deja en compañía de su hijo. Niereme lo intenta curar pero no le es posible, así que huye hacia la oscuridad de la noche, en la que mágicamente llega al concierto de sus sueños. La satisfacción al estar en el escenario no era como lo esperaba. En un momento de silencio, Niereme observa un venado que representa una de sus deidades, el cual lo guía hacia el hijo de Mariana Treviño para salvarlo. Niereme canta y purifica, y así, se convierte en mara'akame. 

El sueño del mara'akame presenta un escenario propio que se apropia de un tema universal como la relación padre-hijo. Puede no plantear una resolución arriesgada en cuanto a la temática pero logra ser un encanto dentro de su planteamiento. La película tiene por fortuna situar su estructura dentro de una tradición de género y de cultura huichol. Por otro lado, aun cuando los diálogos son en su mayoría hablados en huichol, la película se cuenta con imágenes que reflejan la conflictiva naturaleza de Niereme. Además que juega con imágenes oníricas que aparecen con naturalidad y mística dentro de la narrativa. 

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