El Peral Silvestre


¿Cuál es el sentido de la vida? Si tiene alguno, parece que nadie lo ha descubierto, no sería algo que pueda esconderse. Si no lo tiene, solo queda sufrimiento en el universo. Janet, un no-robot, no-mujer, es difícil describir este personaje para quienes no hay visto The Good Place, pero sea lo que sea Janet, ella sabe todo acerca del universo. En la serie, uno de los personajes le hace esta pregunta, y su respuesta es que cualquier sentido que la vida pueda tener no sería especial. "Sería una máquina que funciona según su diseño cósmico. Pero, como nada parece tener sentido, cuando encuentras algo o alguien que sí lo tiene, sientes euforia". 

La misma pregunta acecha al protagonista de El peral silvestre (2018) en sus tres horas y nueve minutos de duración. Después de graduarse de la universidad, Sinan (Dogu Demirkol) regresa a su hogar para visitar a la familia, y si tiene un poco de suerte, publicar su novela, que comparte su título con el de la película. Esto no es nada gratuito. La manera en la que Sinan describe su novela es, en cierta forma, la manera en la que se nos presenta la película. En algún pueblo de Turquía, se nos presentan los espacios abiertos, las mañanas y las noches, y la vida que llevan varios residentes. 

La película no tiene una historia de lineamientos clásicos pero la estructura narrativa sitúa a Sinan en varios encuentros con diferentes residentes del pueblo. El dueño de una cafetería que es muy amable al principio hasta que le recuerda que su padre tiene deudas con él y le debe pagar pronto. Sinan se encuentra con la joven que le gustaba en la prepa, Hatice (Hazar Erguclu), con los amigos que se han ido por diferentes rumbos, con sus abuelos, su familia, y algunos políticos o empresarios que pueden ayudarlo a publicar su libro. 

En algún momento de la película, cuando Sinan está hablando con un escritor que admira mucho, él comenta que no le gusta que las personas reduzcan obras literarias a proposiciones moralistas. La obra del autor puede ser un ensayo, o una novela de ficción, o partes de algo que no tiene coherencia o que sí tiene. El peral silvestre, de la misma manera, puede ser entendida como el espectador lo desee, dividida en tres actos, o en una serie de encuentros emergentes, con una línea determinada o sin coherencia alguna. Una serie de diálogos reflexivos acerca de diferentes temas, sea la religión, la felicidad, los lazos familiares, la importancia de representar tu cultura, pero que cada uno de éstos contiene una reflexión acerca del sentido de la vida. Cada personaje tiene su propia mirada para responder o dudar acerca de la pregunta. 

En ese sentido, la película pone una fuerte atención a los personajes, a sus expresiones faciales y corporales, a la inflexión de la voz, a la vestimenta, a los espacios en los que los conocemos. Hay conversaciones al aire libre, como con Hatice, cuya alma es libre, o con políticos o empresarios que están en su oficina, uno con la puerta abierta para que cualquiera entre, cosa que representa su supuesta honestidad; otro que vive encerrado en una oficina cerca del trabajo, en un área pálida de azules y poca lucidez. Conversaciones extendidas sobre la religión sobre un camino que parece nunca acabar, que parece sugerir un debate infinito. 

Cada una de estas conversaciones tiene una carga emocional e intelectual sobre Sinan. Él no es nada modesto después de haberlo visto todo durante su estancia en la universidad. Su única aspiración al momento es no convertirse en maestro sino publicar un libro. Es un personaje que está marcado por la ausencia/presencia de su padre, y con quien tiene el mayor conflicto a lo largo de la película. Su padre, que aun trabaja como maestro, se ha convertido en un holgazán que gasta su dinero en apuestas, a pesar de haber pasado un proceso de rehabilitación, y que es incapaz de mantener y sustentar a su familia. La única relación significativa que tiene es con su mascota, un canino a quien le tiene más cariño que a su familia. El gran símbolo de este personaje es el pozo que ha dejado a medias y parece que nunca acabará. Sinan no quiere convertirse como su padre, por eso el no querer ser maestro, y a diferencia de él, Sinan sí podrá publicar su libro. Y a pesar de hacer lo último, Sinan no encuentra lo que busca, aunque yo diría que ni él sabe que está buscando. 

El peral silvestre puede hacer una buena doble función junto a la ópera prima de Claude Chabrol, El bello Sergio (1958). Francois ha regresado a su pueblo para quedarse durante el invierno. Francois como Sinan no son nada modestos durante su estancia en su pueblo natal. El bello Sergio plantea también esta pregunta desde sus propios personajes, en el sentido que cada uno de ellos tiene un vicio que desea cambiar. El de Sergio es el más claro: su vicio es el alcohol y está marcado por su matrimonio con Yvonne, con quien tuvo un hijo deforme que murió en el parto. Sergio quería ser arquitecto y observa en Francois el reflejo de la persona en la que pudo haberse convertido. Francois, por otro lado, se siente con la competente capacidad de hacer un cambio significativo en su pueblo. Tiene la convicción de ayudar a Sergio a salir de su adicción. En el fondo, la pregunta que hace El bello Sergio es sobre la posibilidad de un cambio significante en la vida. Si esto no es posible, la vida de nuestros personajes se sumerge en un eterno sufrimiento. Para aquellos que tienen la espina de hundirse en esta película no contaré el final. 

El regreso al hogar es un regreso al pasado: se utiliza aquel para entender el presente. El flujo de la existencia no puede abarcarse en su totalidad para seres finitos como nosotros. ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Será válido realizar la pregunta? Si existe alguna respuesta, no sería especial. La única respuesta ya está en usted, sabrá que la encontró cuando en su interior grite con euforia: ¡eureka!

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