Rocketman


La gran comparación de Rocketman (2019) es indudablemente su predecesora espiritual Bohemian Rapsody (2018). Dexter Fletcher, director de la primera, paso a la silla del director tras el despido de Bryan Singer (boo!) de la segunda. Las dos películas recuperan a grandes artistas de la década de los 70s. La gran divergencia en ambas: Bohemian Rapsody suaviza la ácida historia de Mercury mientras que Rocketman detalla los excesos y derroches de Elton John. La gran similitud en ambas: la memoria. 

Freddie Mercury mantuvo su vida en privado. Poco o casi nada se sabe acerca de las fiestas que realizaba o detalles más personales. Brian May y Roger Taylor -los últimos integrantes vivos de Queen- estuvieron a cargo del proceso creativo de su película autobiográfica. Puede notarse muy claramente que la homosexualidad de Freddie Mercury se toca a puerta cerrada, otros detalles de su vida están ahí, escondidos, como si el mito no pudiera embarrarse. Estos son los recuerdos que Brian May y Roger Taylor quieren recordar de su amigo. Estas son las memorias que guían una película que nunca termina de encontrarse. 

Rocketman abre con un extravagante Elton John disfrazado de demonio/ángel que entra con paso diva a una institución de rehabilitación. A partir de ahí, Elton -interpretado por Taron Egerton- nos contará su vida, desde un pequeño niño sin amor en Inglaterra, cuyo nombre era Reginald Dwight, hasta adoptar su nueva identidad como una super-estrella pop.  La película entrecruza el relato en directo de Elton en rehabilitación con los acontecimientos más importantes de su vida. Durante el filme, el se quitará el disfraz hasta quedar en una bata azul completamente desnudo. El reflexionar sobre su vida es un proceso de aceptación de identidad, el pasado aclara sobre el presente, al final, ese pequeño niño que sólo quería amor lo recibirá de un tierno y cálido abrazo de su versión adulta, pero ahora con otro nombre: Elton John. Esta es la película de como Elton John quiere recordar su vida.


Los recuerdos de Elton John son explorados a través de secuencias musicales en dónde la extravagancia visual dicta la norma. Los asistentes de su primer concierto desafían a la gravedad y flotan extasiados ante el ascenso de una nueva estrella. El número que lleva el título de la película se convierte en una alegoría del estrellato: es vivir en el espacio. Si Bohemian Rapsody usaba la música de Queen para recordarte porque fuiste a ver una película tan podrida como esa, Rocketman la utiliza para ahondar en la vida de su protagonista con narrativas. Así como Across the universe (2007) encontraba en las canciones de The Beatles más significados en lo visual, Rocketman lo hace en la experiencia de su artista. 

Rocketman logra secuencias visualmente interesantes. En su centro puede iluminarse la aceptación de una persona con los integrantes de su vida, padre, madre, abuela, mejor amigo, manager. Las adicciones de una persona que provienen del no sentirse amado y de nunca ser amado a pesar de la fama que ha alcanzado. La salvación de su conflicto proviene del amor a sí mismo, de la aceptación de su lugar de origen y de la nueva identidad que adopta después de asesinar a su otro yo -metafóricamente-. Aunque está bien intencionada, si no fuera por la música de Elton John, podría ser la historia de cualquier otro personaje. 

Entrelíneas no estoy diciendo que la vida de Elton John sea la misma que la de cualquier otra persona. Las ideas centrales de la película bien podrían encontrarse en cualquier otra cinta. Parece ser que hace falta otro ingrediente que logra tomar una historia -ya de por sí muy interesante- a nuevos niveles. Hace falta un sello de autor que ponga a tela de juicio, o que no juzgue, pero que esa tela la regale al espectador. Ese elemento que falta es aquel que pueda distanciarse del individuo, que encontrar esas particularidades en su historia, hacerla más íntima. 

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