Bumblebee: una mezcla de películas



Boom! Boom! Boom! Quizá la falta de explosiones sea un signo de que algo anda extraño con la nueva película de los carritos que se transforman en robots, pero lo cierto es que basto la salida de Michel Bay de la silla del director para que dichosos carritos triunfaran con una película "decente". En esta nueva cinta, entre las aguas de los remakes, reboots, secuelas, e interminables historias repetidas hasta el cansancio, Bumblebee (2018) de Travis Knight es el vivo recuerdo de una época lejana a nuestros días, pero que insiste por los insistentes en seguir viva en el cine de los 80s. 

La historia sigue a Charlie (Hailee Steinfield), una niña que perdió a su padre, cuya madre parece haber olvidado esa trágica parte de su vida y ha salido adelante emocional y personalmente. La nueva familia de Charlie incluye a su padrastro, Ron, y al que quizás, es su medio hermano menor. Charlie se siente como un agregado más que obstaculiza la felicidad de los otros integrantes de su familia. Es una niña marginada, increíblemente buena para la mecánica, y que tan solo desea un coche: quizá para correr a velocidades que la alejen, por un segundo de su familia. 

En el otro lado del universo, una raza alienígena de robots, tal cual separados por ideologías, quien sabe si de derecha o izquierda, pero autonombrados como Decepticons y Autobots, pelean por la sobrevivencia de su planeta, que entre tantas explosiones parece ya metal corroído. Bumblebee es un guerrero de los Autobuenos enviado a la tierra para crear una base militar y reagrupara a la fuerza opositoria. Tal cual como Superman es enviado en una cápsula, y tiene que esconderse como un bochito amarillo. El carro amarillo cae en las manos de Charlie para ser el auto que deseaba. La historia, entre tanta vuelta de tuerca, se resumen en la relación entre una chica y su auto, entre fierros y carnes. 

Bumblebee es robot, alien, carro, mascota, amigo, lo que resulta en una multiplicidad, una mezcla extraña. La película acude a los ochentas como vehículo de nostalgia. La historia narra el crecimiento y adaptación de la adolescencia de Charlie entre aires a las películas de John Huges, con música de los Smiths, y otras remembranzas de la época. El aire de la película no es fresco: es rememoraba a otras cintas que han abarcado una narrativa similar. Podría apuntar a E.T. el extraterrestre (1982) de Steven Spielberg como una de las principales. Es una ligera aventura que calienta los motores narrativos más emocionantes que cualquier otra de la franquicia de los carritos transformadores, —aunque no estaba muy alto el desafío—. 

Charlie es un personaje cuyo quiebre emocional por su padre la aleja de sus seres más queridos, pero que la llegada de Bumblebee la ayuda para superar su trauma emocional, y por fin, hacer algo que había dejado en su pasado: clavarse al agua desde una gran altura. La película es entrañable con su humor dominguero, ni el ejercito es tan malo para odiarlo, con un John Cena cómico, y los malos son tan malos pero no tan malos. Cada personaje cumple su rol en una estructura aligerada, que recorre a mayor kilometraje los momentos personales de sus personajes que las bombas y explosiones a las que se está acostumbrado. 

Sin embargo, la película como el personaje principal, no tiene una voz propia. Bumblebee es un personaje cuya característica elemental, a parte de ser un carrito amarillo, es que no tiene voz. Charlie le construye una radio para que pueda poner música e intenta hablar, pero no puede porque sus sistemas están dañados, en cambio, el carrito amarillo se las ingenia para frecuentar ciertas canciones y comunicarse a través de ella, lo cual deriva en situaciones cómicas con canciones de los ochentas. La película es una búsqueda de señales de otras películas para encontrar, como Bumblebee, un corazón en la historia, una voz que pueda alzar la historia entre una chica y su carro. Ese intento, aunque logrado, alcanza pocos puntos por vivir de su propia nostalgia, es una mezcla entre varios ingredientes que saben bien, pero cuya combinación te ha sabido mejor en el pasado. 

En retrospectiva, a comparación de otras películas de su corriente, es un cambio de velocidades decentemente dado pero que recorre pocos kilómetros para ser algo completamente original y asombroso.

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