Spider-man: un nuevo universo y nuevo año.


“Hagamos esto por última vez …” es lo que cada ejecutivo de Sony dice cuando no hay ninguna otra historia original por contar. El héroe arácnido ha tenido, hasta la fecha, siete largometrajes en los últimos 18 años —feliz año nuevo—. Sin embargo, lo que para algunos puede ser fatiga, para otros puede ser medio de invención. Y eso está claro con la nueva cinta del arácnido, Spiderman: Un nuevo universo (2018). 

En lugar de Peter Parker como protagonista, esta película nos introduce a Miles Morales, un joven afroamericano que se convertirá en el nuevo amigable vecino de Nueva York. La excusa por cambiar de protagonista tiene un trasfondo menos superficial que monetaria, —aunque éste nunca se descarta—: la idea de que todos podemos ser Spiderman. 

La película no esconde que Spiderman ha tenido una extensa popularidad con el público. Desde los cómics hasta las películas, o desde paletas hasta álbumes de Navidad. Esta popularidad es una referencia meta-estilística con la que se permite jugar con el humor y la narrativa. Y, a pesar de repetir la historia en un sin fin de posibilidades, permite que la historia de Miles Morales emerja a la pantalla como otra aventura excitante dónde la emoción está en las relaciones familiares, en lugar de una pura acción de palomita. Puede señalar los puntos concretos del arco del héroe o de otra estructura dramática, pero aun con los puntos en mente durante la función, hay algo en ese héroe arácnido que por más que hayas escuchado la historia, puede sentirse emocionante otra vez. 

La imagen que decora el artículo en la parte superior me parecía de lo más genérico, hasta que la propia historia le da su significado: para convertirte en un héroe solo basta dar un salto de fe desde el edifico más alta de la ciudad. Aunque tú ciudad no tenga los edificios más altos, porque tampoco es necesario saltar del monte Everest para crecer, afrontar la pérdida, abrazar el futuro, siempre incierto. Un salto hacia el vacío, desde las alturas dónde, ¿quién no tendría miedo de saltar?, que sólo delinea el intentar algo, y que mejor para iniciar el año que cumplir propósitos en saltos de fe.

Es una película cómoda, positiva, bien motivada, y animada pero no de animación. Eso sí, la animación es una mezcla entre dibujo a mano, encuadres de cómic, y entre la spider-gente, se combina el estilo de su dimensión. Ese detalle extraño en los colores no es tercera dimensión, sino porque es el resultado de la combinación de las dimensiones de la spider-gente. La historia tiene una fundación en las relaciones familiares del protagonista. Miles es un joven afroamericano que tiene un padre policía y un tío que está del otro lado de la ley. El corazón de la película está en las relaciones que Miles tiene con estas dos figuras paternas. Cada una le otorga una semilla para convertirse en el héroe que llega a ser al final de la película. Cuando se enfrenta al antagonista, —cuyas motivaciones son puramente emocionales, de poco tiempo en pantalla pero suficiente para darle una dimensión mayor a otros antagonistas del medio—, utiliza una técnica aprendida por su tío, e incluso es enternecedor ver a dos figuras de caricatura abrazándose en la pantalla, porque la historia se reduce al viejo cuento de padre-hijo. Miles como un superhéroe que nos deja la lección más importante de todas: que todos podemos serlo. 

Superman, —el alienígena—, se figura como el inalcanzable, indiscutible ser de otro planeta más allá de todo poder humano. Aunque Batman es un hombre, no común y corriente porque millonario, y nadie en esta economía se permitiría ser vigilante nocturno por mera gana de moler. Por otro lado, Spiderman siempre ha sido representado por un joven con problemas, desde los amorosos hasta los económicos, el cual ante cualquier adversidad, en cualquier dimensión, se levanta. No tiene nada más que su lado humano lo que lo hace accesible y más emocionante hacia nosotros cuando escuchamos una historia de él, porque en el fondo lo único que deseamos es aventarnos de ese edificio más alto para afrontar nuestros problemas y levantarnos, si caemos, siempre levantarnos. 

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