Mirreyes vs Godinez: malos chistes de oficina



Una película como Mirreyes vs Godinez (2019) puede abrir una conversación —por más sorprendente que parezca—, sobre la comedia mexicana y sus figuras sociales. La película es tan solo el punto de partida, una puerta que conduce a temas más profundos, pero en ningún momento es abanderada con inteligencia o gracia, sino que es un signo de raíces problemáticas en nuestra sociedad. La comedia de la película descansa en la disociación entre las clases sociales, y tal como su título: nos promete una lucha de clases. 

El Mirrey es la figura social que se asocia con los hijos de bolsillos gigantescos que en internet presumen toda clase de objetos en su pertenencia. Por otro lado, el Godin es la figura que se asocia con el empleado de cubículo en una empresa de cualquier índole, imagen de un perseverante al éxito, sin los privilegios de los antes mencionados. Los dos pertenecen a tribus urbanas: lo que se utiliza para decir un conjunto de personas que se asocian con esta imagen de la sociedad.

El Mirrey en el medio ha sido representado, —me parece—, con mayor claridad por Luis Gerardo Méndez, en su rolo como Javi Noble en Nosotros, los nobles (2013), y Chava Iglesias en la serie de Netflix, Club de Cuervos (2015-2019). Es un personaje artificial, que vive en una burbuja, atrapado en su ingenua realidad, incapaz de relacionarse con los demás sin incurrir en demandas, y con una alta sensación de superioridad. En ambas historias, se intenta humanizar la figura del mirrey, ya sea porque aprende el valor del trabajo, o porque tras la muerte de su padre, tiene que encargarse de la empresa familiar. Si el mirrey puede comprender la realidad de los demás, quebrará su burbuja pero no su billetera. Y eso lo hace simpático para la audiencia: ha aprendido su lección. Es interesante que la única forma de que el mirrey pueda tener una narrativa sea desde la muerte de su padre o desde la perdida de su dinero. De otra forma,  el mirrey no puede aprender la lección que espera el publico. 

Curiosamente, en la bola de clichés que es Mirreyes vs. Godinez, sucede exactamente lo mismo. Sin embargo, la figura del mirrey es contrapuesta con el godin, quien me parece, hasta donde mi poco cerebro recuerda, ha sido poco visible en las películas de comedia mexicanas. Genaro Rodríguez (Daniel Tovar) es un godin que aspira a un mejor puesto en la compañía de zapatos en la que trabaja. Mientras tanto, Santiago (Pablo Lyle), el hijo del dueño, le pide dinero a su padre para los “negocios” en el internet de campañas de conciencia para los que “trabaja”. Cuando muere el dueño de la compañía, figura paterna para ambos personajes, se abre una rivalidad entre ellos: ¿quién decidirá el rumbo de la compañía? El socio enemigo malvado que a las espaldas de su amigo, el dueño, quiere vender la compañía a los chinos, hace que el equipo del mirrey y el equipo del godin compitan para crear el mejor zapato, y mandarlo a otra competencia, para salvar la empresa. Y pensé que sería fácil explicar la trama de esta película. 

La muerte del dueño de la compañía sucede en un descompuesto tono, tal como si en un stand-up, el comediante hablará de su madre muerta. La película exige una extraña ruleta de emociones, así como su historia: mientras importa un poco la rivalidad para tal competencia, también importa mostrar subtramas románticas y montajes para promocionar parques acuáticos. Incluso la supuesta rivalidad entre Genaro y Santiago, es una que existe porque el pobre quiere ser como el rico, pero el rico aprenderá del pobre, ah pero juntos, le ganarán al malo. Supuestamente, una de las intenciones es mostrar que entre clases sociales no hay más división que la monetaria, y que en equipo toda situación es superada, pero el retrato de cada grupo social es superficial como la unificación que propone.

Tan sólo observe el pedazo tan pobre de vidrio desde el que reflejan el cuarto de Genaro, o su misma casa: ¡es enorme!, y repleta de banderas del América. Parece que la película no tiene intención de reflejar una realidad, sino la de una ficción borrosa y ajena a un mundo real. La mujer godin es ignorante y necesita de una calculadora gigante para trabajar. El mirrey también ignorante, borracho a las juntas, que no puede despegarse del celular, y estafado fácilmente. La mujer secretaria que se aprovecha del rico para robarle, o la mujer que sólo aparece para ser sexualidad. O aun peor: la hermana de Santiago, Michelle (Regina Blandón), no tiene ningún derecho para pertenecer a la compañía, porque su padre no le dio ningún papel para ejercer ahí, y su linea narrativa la acomoda ahogada entre los testículos masculinos que son “más importantes”. Y la comedia nace de estas situaciones. 

Una película como esta alimenta los prejuicios sociales, la brecha entre clases, y en mi parecer, su existencia es peligrosa. Aun más cuando propone un universo extendido que llegará hasta Monterrey para “estudiar” lo regio, y con mucho miedo, escribo que quizá encuentre una serie de personajes de los cuales burlarse sin comprender realmente el contexto del que provienen. Pero como he dicho al principio, la película solo sirve para abrir una tema de conversación más profundo sobre la disociación entre clases sociales en México, una que urge mantener. 




Comentarios

Entradas populares