Ad Astra, terapias en el espacio


Hace no pocos días, leí un artículo en el cual el autor se preguntaba por la fecha en la que por fin se podrían realizar viajes comerciales a la luna. El artículo celebraba los cincuenta años de la llegada del hombre a la luna y hacía una pregunta más importante: después de cinco décadas, ¿cuál ha sido el progreso de la ciencia espacial? La pregunta de fondo era fundamentalmente una pregunta por el progreso. Un hombre ya llego a la luna, ¿cuándo llegaremos los demás? 

Es imposible no pensar los viajes al espacio como las exploraciones marítimas del siglo XV. En esa época lo desconocido eran los nuevos continentes, en nuestro tiempo, son los cuerpos espaciales. Lo que está fuera del mundo es el nuevo desconocido. Y es ahí a dónde hay que llevar nuestra humanidad. Esa es la idea del progreso. Trasladar nuestra sociedad a la luna. 

Ad Astra (2019, dir James Gray) parte de la idea en la cual los viajes comerciales a la luna -e incluso a Marte- son posibles. Un sub-texto de la película es presentar que el traslado de la civilización a los cuerpos celestes es un objetivo banal. La única diferencia entre comer en un establecimiento de comida rápida en la Luna y la Tierra es la gravedad. Las largas filas, los olores, el sistema económico, eso seguirá ahí, por eso no hay que preocuparse. ¿Para eso queríamos llegar a la luna? 

Es en este punto en el que debo aclarar que Ad Astra no se trata de la banal que es llegar a la luna. De hecho, es uno de los distintos temas que quiere abarcar pero que termina en años luz de tocar. También quiere retratar la naturaleza humana en el espacio, si hay piratas en el siglo XV, ¿porqué no habrían también en la luna si los humanos son la peste del planeta? Si algo distingue Ad Astra de otras películas de su género, es que intenta retratar la psicología de una persona con elementos espaciales. Es ahí donde quizás, pueda unir sus temas: un hombre quebrado psicológicamente en la Tierra es el mismo hombre quebrado psicológicamente en el espacio. 

Cuando se reciben alteraciones de materia espacial que provienen de una nave americana cerca del planeta Neptuno -la humanidad peligra por esas alteraciones-, Roy McBride (Brad Pitt) tendrá que viajar hasta Marte en una misión ultra-secreta para mandar a un mensaje a dicha nave en la que se encuentra el padre que lo abandonó a los dieciséis años por irse al espacio. Clifford McBride (Tommy Lee Jones) fue el capitán de una misión espacial encargada de buscar vida alienígena hasta Neptuno. Es un héroe en la Tierra, Roy vive bajo su gran sombra. Lo que él descubrirá es que su padre no era quien creía que era, lo disfrazaron como un héroe. 

Clifford es de esos hombres que son leales al trabajo hasta la obsesión de no parar hasta realizar un progreso. Roy, por otro lado, es de esos hombres que no se permiten llorar, es un hombre duro, frío, no es capaz de expresar sus emociones. La razón de esto: le realizan a cada astronauta un estudio psicológico para determinar si es capaz de continuar con su misión. Roy es muy popular porque su ritmo cardiaco no sube de cierto especifico número, pero muy por dentro, se lamenta no permitirse sentir más. La interpretación de Brad Pitt tiene una gran carga: tiene que ser capaz de expresar la emoción del personaje sin expresarla, nosotros tenemos que leerla, pero al interior de la ficción no tiene que sentirse. Por esta razón, Ad Astra lleva a la humanidad al espacio, encierra a sus protagonistas en ambientes que desafían sus emociones. La gran pregunta es porqué tuvo que ir tan lejos para realizar esto. 

Roy McBride tiene que superar dos desafíos. El primero de ellos es explotar en emoción. Está compactado en un sistema que no le permite superar cierto número especifico del ritmo cardiaco, cualquier anomalía es considerada negativa para la misión. Esto nos dice, por un lado, que la humanidad no se puede liberar de las  emociones. Lo cual, contrasta con la idea según la cual, la razón es el centro del progreso. Por otro lado, es el arco de un hombre que va en contra del estereotipo del hombre que no llora. El segundo desafío es el de enfrentarse a su padre, dejarlo ir, matarlo -figurativamente, no se espante-. La película deposita su gravedad en la voz en off, la cual nos explica lo que sucede todo el tiempo, lo que siente un personaje, lo que piensa un personaje, lo que significan ciertas cosas, etc. La voz en off termina por matar la metáfora y las ideas de la película. 

Ad Astra se concentra más en llegar a Neptuno que abandona una buena exposición de información. Las revelaciones que muestran la verdadera esencia del padre de Roy aparecen en momentos que necesitan que Roy realice la acción que sustenta la otra mitad de la película. Son apariciones forzadas que realizan personajes secundarios que no tienen un peso mayor más que el que se necesita en ese momento. En otras ocasiones, se presentan otras situaciones que buscan (de)mostrar cierto punto, como los piratas espaciales, que en la totalidad de la cinta, no tienen un afecto mayor. Si un viaje en carretera es impredecible, y surgen varios temas de conversación cuya (des)unidad se asemeja más a temas de la vida diaria, Ad Astra sería un roadtrip psicológico espacial que explora las relaciones padre-hijo. 

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