El Irlandés, el castigo del silencio



Por gran parte de su vida, Frank Sheeran (Robert De Niro) creía que, si seguía las órdenes del más poderoso, obtendría una recompensa al final de su vida. La penitencia que cumple en silencio le muestra lo contrario. El primer plano largo de El Irlandés (2019) de Martin Scorsese, nos sitúa dentro de los pasillos en un asilo de ancianos, el cual recorre hasta llegar a espaldas del protagonista, nos muestra un anillo muy particular que tiene en su mano izquierda, y por voice over, Sheeran dice que él creía que los pintores pintaban casas. A diferencia de los relatos de otros personajes, como el paraonico Henry Hill (Ray Liotta), o el excesivo Jordan Belfort (Leonardo DiCpario), Sheeran se expresa desde su vejez, se intuye en su voz que ya aceptó la muerte. Enfrente suyo, está el resultado de las decisiones de su vida, es lo que es.

El Irlandés, cuyo título alternativo, I Heard You Paint Houses, tiene más magnitud dentro de la historia y su significado, es la historia de vida del veterano de guerra, Frank Sheeran. Un soldado que después de salir a la guerra, fue a parar directo a otra en las calles peligrosas de Pensilvania. La cinta comienza en un asilo de ancianos en la que Sheeran nos relata su último trabajo, o quizá, el más significativo como verdugo de vidas ajenas. A partir de esto, el propio relato realiza otro flashback, en el cual se relata la vinculación que Sheeran tiene con la mafia italiana, encargada por su líder, Russell Bufalino (Joe Pesci), del cual se hace amigo, y la proximidad que tiene con el líder del sindicato, Jimmy Hoffa (Al Pacino, la primera colaboración con el director).



El cine de Martin Scorsese no se reduce al cine de gángsters. Es un realizador cuyo lado espiritual resalta en este tipo de películas, como en otras que abordan los límites de la fe, Silencio (2016). En esta trilogía espiritual también se encuentran, La última tentación de Cristo (1988) y Kundun (1997). Otra trilogía espiritual es la de personajes extraviados por en la noche, Taxi Driver (1976), After Hours (1985) y Bringing Out the Dead (1999). Con esto no quiero solo nombrar filmes, sino remarcar, que las obsesiones de Scorsese no solo se reducen al cine de gángsters y, que vuelve a ciertos temas al pasar de los años. El Irlandés forma parte de una trilogía espiritual conformada por Buenos Muchachos (1990) y Casino (1995) -algunos incluso podrían agregar una cuarta, su tercer largometraje, Calles peligrosas (1973). Esta cinta clausura esta trilogía desde una mirada senil y serena, con mayor profundidad en la vida del criminal, alejada completamente de sus dos antecesoras.

En Buenos Muchachos, hay una escena en la que Henry hace explotar algunos carros. Lo mismo ocurre en El Irlandés, Frank Sheeran tiene que deshacerse de unos taxis, y para hacerlo, los hacen explotar. La diferencia es sustancial. En Buenos Muchachos, la cámara está frente al protagonista que tiene detrás las bombas, es una imagen más espectacular al interior del escenario. En El Irlandés, la cámara lo más alejada que puede, con una inclinación picada.


Esta distinción hace que El Irlandés se diferencia de las otras. Es notorio, sobretodo, en la estética de la violencia. En un plano largo, al interior de un hotel, la cámara comienza en una barbería -donde se cometerá el crimen-, y sale de ahí para moverse en los pasillos, y seguir a dos sospechosos que entran a la barbería. En lugar de entrar con ellos, la cámara continúa su trayecto hasta llegar a la vitrina de una florería, nos quedamos ahí, viendo las flores, mientras en el fondo, se escucha el asesinato. No hay acercamientos, ni planos en primera persona, ni se montan las escenas de violencia de forma gratificante o en búsqueda de entretenimiento. Son planos alejados que ocurren en la calle, el personaje transita por ahí, y sin que la víctima lo sepa, la bala ya cruzo su cráneo. Sucede de repente, sin aviso, sin antelación.

Una similitud que tiene esta cinta con Casino es la siguiente. En dicha cinta, Sam Rothstein nos explica, que para hacer que los peces gordos apuesten dinero en el lugar, la regla es mantenerlos jugando y volviendo al juego. Entre más tiempo juegan, más pierden. Al final, ellos se quedan con todo. En esa película, la vida de los personajes era como un casino, en el cual tenían que seguir jugando hasta que se les quitara todo lo que tienen. Sam Rothstein pierde todos los millones de su vida, por una mala apuesta, y termina apostando para los mafiosos hasta el final de su vida, termina atrapado en un casino metafórico. En esa misma línea, Sam Rothstein, al salir de la Segunda Guerra Mundial, entra a otra en las calles peligrosas.


Frank Sheeran es un soldado, aunque sea redundante, las ordenes, las acata, las cumple, y él espera que al final, obtenga una recompensa. Una medalla, en el ejército. Un anillo que sólo tienen tres personas en el mundo, en la mafia. En alguna parte de la película, Frank Sheeran dice lo anterior explícitamente: había una recompensa por cumplir ordenes. Incluso, cuando termina su primera conversación al teléfono con Jimmy Hoffa, Sheeran dice que se sentía hablando con un general. Esto queda aun más claro, unas escenas antes. Frank Sheeran acepto un trabajo, en el cual tiene que explotar una lavandería cuyos dueños son judíos. Antes de efectuar el atraco, Angelo Bruno (Harvey Keitel) pide hablar con él. En esa habitación, en la cual han bebido sus copas, lo espera Bruno junto a Russel Bufalino. Esta escena se dirige por medio de miradas, las que Sheeran le da a Bufalino como seña de consejo, y las que le da a Bruno para pedir disculpas. En este juego de miradas se revela el poder que cada uno de los personajes ejerce en la mesa. Sheeran lo sabe, y no está dispuesto a ir en contra de las ordenes del mayor general de la habitación. A diferencia de Travis Bickle, Frank Sheeran no quiere ser el héroe que nunca fue la guerra, quiere continuar como soldado siguiendo órdenes del pez más gordo. A partir de ahí, Sheeran ya es un soldado de la mafia.


Tanto Buenos Muchachos como Casino, tienen escenas claves en las que los hijos de los protagonistas tienen que observar o sufrir los defectos de sus padres. En esta cinta, la mirada de los hijos tiene mayor fuerza narrativa. A través de la mirada de Peggy (Lucy Gallina) se filtra la moral de la película. Estas miradas se establecen mucho antes de que Sheeran cometa sus peores crímenes, y al paso de los años, esa mirada está cargada de desprecio, cuyo castigo es el eterno silencio. Es importante notar, que este personaje secundario, es el punto de quiebre de Frank Sheeran. Un personaje cuyo mundo extremadamente masculino no le permite mostrar ninguna seña de debilidad, es puesto en pedazos por sólo una frase de su hija. La increíble actuación de Anna Paquín destruye al personaje de piedra, sin arrepentimiento y frío que habíamos visto durante toda la película. En esa escena por teléfono -ustedes sabrán cual- Telma Schoonmaker hace un corte muy distinguido, un jump cut, que viene de la influencia de la Nueva Ola Francesa. Esta técnica le permite a Schoonmaker romper no solo la ilusión de la ficción, sino romper al personaje, destruirlo, alborotarlo, ponerlo en una situación en la que no había estado antes.

Al principio de la película, se pinta una casa -alusión al salpicadero de sangre cuando se asesina a una persona-. Aunque no lo sabemos, ese es el peor crimen de Frank Sheeran. La película tiene una estructura similar a Raging Bull (1980). Se nos adelanta el destino del personaje al principio, se desarrolla el porqué llego hasta ahí, y finalmente, el desenlace es una decaída mayor. La construcción de El Irlandés nos lleva a ese momento, -usted sabrá cuando lo vea-, y a partir de ahí, una decaída mayor del personaje. Así como en La última tentación de Cristo, el último acto servía para desenvolver el discurso de la película, en El Irlandés, el último acto sirve para mostrar el destino de la vida que vivió Frank. Un castigo que tiene que cumplir en silencio, en un mundo que no recuerda a sus compañeros, con un anillo que no tiene ya, ningún valor.


Es en esta sección en la que suceden momentos muy significantes, tanto para el personaje como para la historia, la escena del banco, una de las más importantes, o la escena del lavado de carro. En la segunda, el personaje está lavando el carro que entregará a los fiscales como compensación. Aun cuando el personaje está limpio por fuera, es decir, no lo capturan por ninguno de sus graves crímenes, está sucio por dentro. Durante esta sección, el personaje busca redención, sea vía familiar, o vía espiritual. Frank Sheeran necesita enmendar sus pecados. En este punto la película adquiere una nota espiritual. Podría -sobre- interpretarse, que este silencio a modo de castigo de Frank Sheeran es obra de Dios. Si en este mundo existiese, Sheeran ha cometido actos que no le permiten entrar al cielo, y si no existiese, al final de su vida, Sheeran no tiene ninguna recompensa por seguir las ordenes del más poderoso en vida. En esa silla incómoda, Sheeran reflexiona en los últimos péndulos de su vida, que ocurrió para llegar a ese punto, en el cual, el silencio de su hija es su mayor castigo.


El Irlandés es una película crepuscular en la filmografía de Scorsese. Le encuentro un parecido, a modo de carta de despedida, familiar con la película de Federico Fellini, Gigner & Fred (1986). Es la última película que reúne, por primera vez, a Guilleta Masina y a Marcello Mastroianni. Los dos actores habían protagonizado algunas películas de su director, de hecho, Las noches de Cabiria (1957), o 8 ½ (1960). En Ginger y Fred, los personajes se despiden hacia el final de la película, en una estación de tren. En El Irlandés, sus personajes se despiden en la cárcel, durante los últimos minutos de su vida, buscando el perdón de Dios. Esta película es una clausura al cine de gángsters de Scorsese, que actúa a modo de despedida, tanto para su cine, como para sus amigos, con quienes ha trabajado desde sus comienzos. Es muy afortunado tener una película de un gran director, en la cual, nos comparte reflexiones íntimas y personales. El Irlandés estará eternamente en Netflix hasta que se acabe el internet, la compañía, o la suscripción de este usuario.

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