Un día lluvioso en Nueva York, el encuentro separado
Hay quienes piensan que caminar
bajo la lluvia acompañado de tu pareja es lo más romántico que existe. Otras personas
piensan lo contrario, caminar bajo la lluvia solo causa pulmonía. La más
reciente película de Woody Allen, Un día lluvioso en Nueva York (2019) se conduce por la separación de dos jóvenes en la Gran Manzana durante
un fin de semana. Ashleigh (Elle Fanning) tiene una entrevista con el aclamado
director, Roland Pollard -¿alusión a Roman Polanski?-. Su novio, Gatsby Welles
-neoyorkino burgués-, tiene planes para mostrarle la ciudad que adora después
de la entrevista. Por un artefacto que ni el propio Allen puede descifrar -llamadas
entrecortadas que se evitan con mensajes de texto-, pero que nos pide que
suceda, los dos jóvenes se encuentran separados durante toda la película, solamente
para descubrirse a sí mismos.
Asleigh Enright es una entusiasta
amante del cine que obtiene una exclusiva con el director Roland Pollard. La entrevista
que duraba una hora termina por pasear a Asleigh en las calles de Nueva York. En
este viaje ella conoce al guionista de las películas de Pollard, Ted Davidoff
(Jude Law) y al actor latinoamericano Francisco Vega (Diego Luna). Por otro
lado, la ausencia de Asleigh cambia los planes que tenía Gatsby para recorrer
la ciudad. Sus encuentros son más melancólicos y nostálgicos. Se encuentra con
viejos amigos, y no tan amigos, su hermano y su prometida, y con la hermana
menor de su exnovia, Shannon (Selena Gómez). Incluso actúa en un cortometraje, ya
saben, de esos que intentan realizar un noir clásico moderno.
Allen aprovecha la separación de
la pareja para realizar un viaje introspectivo de cada personaje. Aunque el propio
concepto, planteado de esta forma, anuncia tempranamente su final, hay algunas
sorpresas en el camino. Los viajes de Asleigh y Gatsby por la ciudad se
contrastan. Entre más enredada se vuelve la situación, más tajante es la
separación entre ellos dos. Esta polaridad se encuentra remarcada por los
contrastes, lluvia y sol, campo y ciudad, presente y pasado. La iluminación de
Vittorio Storaro remarca esta idea bajo cálidas luces sobre los personajes,
como por frías y nubladas sombras, a veces en un solo plano dentro de un taxi.
Los personajes, ultimadamente, están tan separados tanto por el espacio como
emocionalmente, aun más cuando hablan del otro con un extraño. Mientras que uno
está perdidamente enamorado de la otra persona, puede que esa otra persona no
lo esté tanto.
Las dos líneas narrativas exploran
diferentes temas. Por un lado, Asleigh descubre el otro lado de medio que le
apasiona. Alseigh es un personaje inocente y pura pero también es astuta y sabe
hasta donde exprimir una entrevista que debía durar una hora para conseguir una
increíble historia. Los tres personajes que conoce Asleigh de la industria son
hombres que quieren aprovecharse de ella, ya sea por una crisis creativa, por
un matrimonio fallido, o por una noche de pasión. Cada uno de estos personajes
proyecta en Asliegh una imagen que a ella no le corresponde -el juego de
palabras con Ashley, el nombre de la primera esposa de Roland Pollard-. Asleigh
se aleja de estos personajes cuando sobrepasan un límite en sus interacciones,
las cuales se retratan como patéticas y cómicas.
En el otro extremo, Gatsby se
aliena con el protagonista de Medianoche en París (2011). Los dos personajes
comparten una pasión por el pasado, su bebida es la nostalgia y las notas de
piano, melancólicas. Gatsby tiene problemas con su madre, él cree que su madre
le ha impuesto una medida cultural que nunca alcanzará y que él tampoco quiere
alcanzar. Quiere rebelarse, pero tampoco quiere dejar de recibir el dinero de
sus padres. No quisiera continuar en falsas pretensiones, cuando él también es
una de ellas. Es aquí donde se encuentra la gran sorpresa de la película, en la
revelación de su madre acerca del pasado. Esta última movida de Allen es la que
despeja los pensamientos nublados de Gatsby acerca de su vida, y con la cual,
puede por fin tomar una decisión sobre su futuro.
Un día
lluvioso en Nueva York es una película ligera -incluso se siente en sus planos
largos- de Woody Allen. Es notable la desconexión que tiene Allen con la época reciente. Sus personajes actúan como otros personajes de sus películas lo han hecho, pero no parece que se tenga la intención de situar la cinta en la realidad, sino en una burbuja del mundo privado de Allen. Hay cierto encanto cuando comienza una escena y un desgaste cuando termina. Quizá, la broma más afortunada de la película es cuando se
dice que Roland Pollard, en su crisis creativa, le gusta pretender que es Norma
Desmond -personaje de Sunset Boulevard (1950) de Billy Wilder- y
deambular por los estudios de cine.
Comentarios
Publicar un comentario